Matt Groening, un genio en amarillo 

PERFIL | Nuria Cuberos 

Oriundo de Portland, Oregón, Matt Groening es el padre de las series de animación estadounidenses, por no decir a nivel mundial. Llevar a sus espaldas el peso de joyas como Los Simpson, Futurama o (Des)encanto no es tarea fácil, pero a pesar de eso la fama jamás se le ha subido a la cabeza o se le ha visto regodearse de ella.

Sigue siendo un hombre humilde y de aspecto desaliñado. Pero detrás de esas pequeñas y redondas gafas, esa melena grisácea y esas camisas de cuadros, además de una mente creativa y privilegiada hay una fortuna millonaria, aunque como diría su querido Homer “podrá tener todo el dinero del mundo, pero hay algo que jamás podrá comprar… Un dinosaurio”.

Groening es el claro ejemplo de que el dinero no siempre cambia a la gente, y él a pesar de tener incluso una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, sigue conservado su esencia.

Lo que tal vez no siga conservando su esencia es la aclamada familia amarilla. Es difícil mantener la calidad de una serie durante 32 años y que siga brillando como en los primeros. Aunque los más melancólicos y los verdaderos seguidores de la serie siempre lo recordarán por sus grandes éxitos. Lo que comenzó siendo una serie a modo de crítica ha acabado buscando el humor fácil, y se ha visto reflejado en la pérdida de audiencia.

Tan inmerso estaba en su propia serie que decidió llevar a la vida real el capítulo Ocho Malcriados, pues Matt tiene nada más y nada menos que 8 hijos, al igual que Apu. Ahí donde se le ve con ese aspecto familiar y bonachón los primogénitos de Groening son de 3 mujeres diferentes. Está hecho todo un donjuán.

Quién le hubiese dicho a Groening (y al mundo) que de una tira cómica de conejos antropomórficos y homosexuales nacería la serie de animación más famosa de todos los tiempos. Lo que está claro es que vivir una pesadilla en Los Ángeles le mereció la pena por lo que le ha cambiado la vida: crear Life in Hell para contar a sus amigos sus desventuras en la ciudad de las estrellas le ha hecho convertirse en una.